Mi Hijo me Tiene Amargada
Un día te levantas y sientes que ya no puedes más. Los mensajes de la escuela siguen llegando, y tu hijo adolescente parece vivir en un mundo propio, uno donde tus reglas y preocupaciones no aplican. Esa sensación de agobio no es solo cansancio; es una amargura que se ha ido gestando poco a poco, alimentada por el día a día y la creencia de que todo va a cambiar. La comunicación falla y lo peor es la sensación de que nada de lo que haces parece tener el efecto esperado. No estás sola en esto. Muchas madres y padres se sienten desbordados en algún momento durante la adolescencia de sus hijos, una etapa de cambios profundos no solo para ellos, sino para toda la familia.
Entendiendo la Raíz del Conflicto
Partiendo de que la adolescencia es un periodo de cambios para la persona y para la familia ya que pasan de tener un niño pequeño a un medio adulto rebelde. Debes entender que la mayoría de adolescentes se rebelan por el siemple hecho de tener miedo a encajar en algún grupo (esto al menos al 90%) pero no debemos dejarlo todo a "está en la edad del pavo" o "ya cambiará cuando crezca". Existen conflictos familiares que se agraban en la adolescencia y estos hay que tratarlos. Comprender las raíces del conflicto puede ayudarte a gestionar mejor las tensiones y a mejorar tu relación con tu hijo adolescente. Aquí te explicamos algunos factores clave que pueden estar generando amargura y agobio:
- Cambios Hormonales y Emocionales: esto lo hemos sufrido todos, los cambios hormonales pueden provocar fluctuaciones en el estado de ánimo y el comportamiento. Pueden hacer que los adolescentes sean más irritables, sensibles y deseosos de independencia (lo típico de "me voy a ir de casa"). Esto en un principio son cosas normales que se deben ir tratando.
- Búsqueda de Identidad: los adolescentes están en una constante búsqueda de identidad y quieren saber que quieren ser y quienes son. Y esta confusión de no saber ni quienes son provoca cuestionar la autoridad, pero esto es un paso hacia la madurez y es esencial.
- Presión Social y Académica: esto lo comentabamos antes, tu hijo adolescente busca encajar en algún grupo social (es algo que tienen como preferencia). Si a esto le añadimos el estrés relacionado con el rendimiento académico, la aceptación social y el futuro profesional puede trasladarse al ambiente familiar, creando tensiones adicionales.
- Son otra Generación: olvídate de la frase "es que a mí me educarón así" los tiempos cambian, la sociedad cambia y por mucho que nos guste o nos disguste, debemos adaptarnos. Y adaptarse no significa que haga lo que quiera, sino que si tu padre te daba con la zapatilla cuando te portabas mal, ahora hay que hablar con ellos y de una manera de respeto mutuo ver que le impulsa hacer ciertas conductas, por supuesto, debe ser corregido.
- Falta de Comunicación: muchos conflictos se intensifican debido a malentendidos o falta de comunicación efectiva. Los adolescentes pueden no sentirse escuchados o comprendidos por sus padres, y viceversa, lo que puede llevar a resentimientos y frustraciones mutuas.
- Un mal divorcio: no hay nada que destruya mas a una familia y sobretodo la estabilidad emocional de los hijos que un divorcio mal llevado. Esto debe tratarse lo antes posible con un psicólogo, dejarlo pasar puede llevar a un camino de no retorno en la reconciliación.
Mi Hijo me Tiene Amargada: Claves para Mejorar
Aquí lo mas importante es establecer una buena comunicación para resolver conflictos y construir relaciones sólidas entre padres e hijos adolescentes. Te muestro como puedes hacerlo:
- La idea no es oír lo que te dice, es escucharlo, esto implica atención total e interés por lo que te está diciendo, sin interrumpirlo, sin juzgarlo. Asiente con la cabeza y manten el contacto visual, hazle preguntas que profundicen mas en la conversación.
- El tono puede ser la clave entre que siga hablando o corte la comunicación, un tono calmado, claro y positivo siempre será mucho mejor transmisor que otro negativo y crítico, esto lo único que puede llevar es que tu hijo se ponga a la defensiva.
- Sus sentimientos son mucho mas fuertes que los suyos y debes tenerlo muy en cuenta, los sentimientos de un adolescente están elevados por 7 con respecto a los tuyos, por todos los cambios que dijimos antes. Es por ello que si algo le preocupa no intentes minimizarlo con "eso pasará", "no es para ponerse así", etc.
- Usa la tecnología a tu favor, los adolescentes están muy conectados a su móvil y debemos usar eso a nuestro favor, en ocasiones se puede mandar un mensaje comunicando los sentimientos, esto reducirá la tensión entre vosotros.
- El refuerzo positivo es un factor fundamental, si las notas son buenas debes de alegrarte, si hace algo bien debes decírselo, si tiene un exámen mándale un mensaje de apoyo y que si aprueba o suspende lo vas a querer igual.
- Las tradiciones familiares crean vínculos muy fuertes, cosas como ir el domingo de picnic, un viernes a los bolos, una sesión de cine en casa, etc.
¿Cuándo ir a Terapia?
En ocasiones la elección de ir o no a terapia no depende de los padres sino de los padres y el adolescente, ya que si este no quiere ir o no colabora de nada va a servir, de todas maneras hay ciertas señales que indican que podría ser el momento adecuado para considerar la terapia:
- Cuando los problemas sean constantes y estos afecten a la calidad de vida de los integrantes de la familia y que pese a los esfuerzos estos no se solucionan.
- En el momento que las emociones negativas como la ira, frustación, tristeza, etc. estén presentes en ti o en el adolescente o en ambos.
- Al observer ciertos comportamientos de tu hijo como aislimiento, trastorno alimenticio, ansiedad, depresión, etc.
- Si el declive académico hace presencia, puede relacionarse con la integración del grupo, una profesional puede ayudar a la adaptación y mejorar ese rendimiento.
- Antes y después de un divorcio, a los niños hay que prepararlos para este tipo de traumas, además podemos añadir otros como la perdida de un ser querido, cambios de ciudad, etc.
- Los padres saben cuando deben llevar a terapia a sus hijos, su intuición les indica que algo no va bien y deben actuar, el problema es cuando no lo quieren ver o no confían en los psicólogos.
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